No, no se le salen los ojos como a Arnold Schwarzenegger en Total Recall:
Tampoco te va a estallar la cabeza, ni te va a hervir la sangre. En realidad, esto último sí que pasara, pero ya te habrás muerto antes por otras muchas razones. Podemos distinguir tres etapas en relación con el tiempo que hemos estado expuestos a la ausencia de aire:
Primeros quince segundos: Durante estos primeros momentos, sí podemos elaborar una base empírica en base a las experiencias de astronautas y pilotos que, por unas u otras razones, se vieron faltos de aire. Todos ellos coinciden en que la parte del cuerpo expuesta causa dolor, además de volverse torpe y de entumecerse. Además, las experiencias del prestigioso Johnson Space Center muestran que, aunque la sangre no hierva con tanta velocidad, la saliva sí que lo hace.
Pasados estos quince segundos, un desmallo se hace muy posible. Esto en caso de que no hayas aguantado la respiración, en caso contrario, la presión probablemente dañe tus pulmones, además de tus oídos en caso de no tener la Trompa de Eustaquio bien formada.
Siguientes cuarenta y cinco segundos: Aun estando inconsciente, los daños son reversibles. El riesgo de infarto aumenta, las quemaduras por la llegada directa de radiación solar se hacen patentes. En esta etapa se producen convulsiones y cianosis (piel azul).
Último minuto: Y digo último, porque es casi imposible sobrevivir. Las quemaduras se vuelven graves, la evaporación de las lágrimas y la saliva habrán disminuido la temperatura de boca y ojos hasta la congelación, la hipoxia habrá causado daños cerebrales irreversibles, y, si nada de eso te ha matado, la sangre comienza a hervir provocando u infarto inmediato (que tampoco es muy grave, puesto que la sangre tampoco iba a llevar oxígeno a las células).
Resumiendo un poco, una exposición al vacío es una muerte casi segura. Pero repito, no se te saldrán los ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario