
En realidad el descubrimiento de la bomba atómica se lleva a cabo a partir de los estudios de Otto Hahn y Fritz Strassmann, científicos alemanes que estudiaron los distintos tipos de radiación. Bombardearon átomos de uranio con neutrones para inducir los fenómenos radioactivos, pero en lugar de los desprendimientos normales, registraron la emisión de núcleos de hasta 100 nucleones. Al continuar con las investigaciones, otra pareja de científicos, Meitner y Frisch, habían descubierto lo que allí ocurría. Los átomos de uranio de dividían en bario y criptón, liberando gran cantidad de energía y tres neutrones. El propio Oppenheimer se mostró muy interesado en el descubrimiento.
Sin embargo, en un principio, los grandes científicos de la época, liderados por Rutherford, a pesar de apreciar la enorme cantidad de energía liberada durante el proceso, determinaron que aquella energía no era aprovechable. Se equivocaban.
La diferencia entre una bomba atómica y la reacción controlada de una central nuclear en considerable. En el primer caso, la reacción es descontrolada, produce unos efectos devastadores, lo arrasa todo a kilómetros de distancia. Más adelante se crearían bombas de hasta un megatón (Bomba del Zar), más destructivas que todas las bombas de la historia lanzadas de una vez.
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